Además de estos radioisótopos de uso común, existen otros más recientes que podrían proporcionar mejoras en las técnicas de imagen o nuevas aplicaciones en las terapias de otros tipos de cáncer.
En el primer caso, existe la posibilidad del uso de isótopos de otros elementos comúnmente presentes en los compuestos orgánicos de importante papel biológico. Estos son el C-11, N-13 o el O-15. El problema del uso de los mismos es que sus tiempos de desintegración son muy cortos (entre 2 y 20 minutos) por lo cual su uso se ve limitado por la necesidad de producirlos en el mismo centro médico.
En el segundo caso, se han estudiado recientemente otros radioisótopos que, ligados a compuestos específicos pueden acumularse selectivamente en las células tumorales y aplicar una dosis de radiación local sobre ellas. Este es el caso del Lu-177, que está adquiriendo un gran auge en el tratamiento de tumores endocrinos y hay algunos estudios de la posibilidad de tratamiento de metástasis óseas. Es un isótopo que se produce solamente en reactores nucleares que no hay disponibles en muchos países.